Habemus candidata en la UCR chajariense

foto: chajarí al día.

Parece que finalmente la Unión Cívica Radical tiene fórmula para disputar la intendencia.  Graciela Zambón y José Carlos Zapata fueron los elegidos, de acuerdo a lo que dice el Diario Tal Cual.  

La verdad que no los conozco a ninguno de ellos lo suficiente como para saber de su calidad política, su viveza como para conseguir los recursos sin dejarse primerear, su capacidad de trabajo, su visión estratégica de la ciudad, su autonomía en las decisiones políticas, su habilidad para tocar los resortes necesarios para beneficiar a Chajarí, su rapidez para construir poder y así poder resolver más problemas, etc.  

Más allá de eso, sabemos que Graciela Zambón es una mujer querida y respetada en la ciudad.  También es conocida como una persona con sensibilidad social.  No parece alguien que se refiera a la gente de los barrios como "esos negros", como sí se escucha a tantos otros dirigentes radicales.  Puede argumentarse en contra una trayectoria propensa a la renuncia o que detrás suyo está el mismo grupo político que ya fundió la municipalidad una vez.  Pero la verdad es que yo no tengo nada malo para decir de ella. 

Diría a priori que la UCR peló la mejor candidata posible a intendente. ¿Cuál es el efecto sobre nosotros, los ciudadanos independientes y los que apoyamos el Frente Para la Victoria? Lejos de ser un problema, en principio me parece que es bueno.  

Por un lado, eleva el nivel de la contienda y así la política muestra una mejor cara ante la sociedad.  Con mejores candidatos, de todos lados, la actividad política genera mayor respeto en la comunidad y por consiguiente mayor desarrollo, mayor participación, mayores posibilidades de cambio.  Ganamos todos.  

Por otro lado, sin duda va a ser mucho más difícil ganarle que a cualquier otro candidato, o sea, más claro, es la única capaz de poner en duda el triunfo de Panozzo.  Subestimarla es una torpeza, entonces no va a quedar otra que dejarnos de joder con el internismo, con los egoísmos, con ceder espacios al pedo, con regalar candidaturas, con exhibir las debilidades y miserias, con las marchas y contramarchas, con los resentimientos entre compañeros, con los chusmeríos, con sacar trapitos personales al sol, etc.  En definitiva, paramos con el proceso autodestructivo o nos vamos a la chingada.  Afuera todo el mundo y a llorar al campito.  

El límite de las pelotudeces va a ser lo que tenemos al frente. Si subestimamos, nos comen... y si por negligencia o torpeza ponemos en riesgo lo que tanto costó construir, bue...  no se le podrá echar la culpa a nadie.