Algunos dicen 50, otros 40, los números oficiales marcan 38,
pero nadie duda que fueron más de 30. Estoy
hablando de MILLONES de personas que el mejor presidente de la historia
de Brasil sacó de la pobreza.
Hagamos el ejercicio de dimensionar lo que eso
significa. Intentemos ponerle caras,
historias de vida, sentimientos, deseos… humanicemos el número. 38 millones de personas. Pensemos que son 950 ciudades como Chajarí
completas. Alrededor de 630 estadios de
river repletos de pobres, que dejaron de serlo.
Igual no se puede medir.
Cómo se mide un solo niño, cuyo hambre o muerte se logra evitar. Cómo se mide sacar de la miseria a un pobre
tipo, o mujer, o niñx. Cómo carajo medimos a millones de personas que
puedan irse a dormir con algo en la panza, o madres y padres que no dejen de
comer para que sus hijos lo hagan, o puedan darles un pequeño gusto, un cuaderno,
un libro, ropa… cuidarlos del frío. Cómo carajo se puede medir el impacto que
este hombre tuvo en la humanidad, en la felicidad de los que siempre
sufrieron. Cómo hacemos para dimensionar
su grandeza.
Hablamos de personas que se pudieron vestir dignamente, usar
zapatillas, COMER TRES VECES POR DÍA, la puta que lo parió… comer tres putas
veces por día, después de siglos de mal paridos tomando decisiones que llenaron
de miseria ese hermoso país… Hablamos de
tener dientes, curarse, estudiar, tener documento. ¿Cómo se mide eso? Alguien por favor que pueda explicar cómo se
hace para medir eso.
Para mí la talla de Lula es esa. Es tan grande como la felicidad que
generó. Se mide en millones de seres
humanos que alcanzaron a satisfacer necesidades mínimas, en niños sonriendo,
creciendo sanos y alimentados… El tamaño
de Lula es el bien que le hizo a los seres humanos, y se multiplica por
millones.
Como se atreven si quiera a mirar a los ojos al enorme Lula
Da Silva esos miserables pigmeos, con el juez Moro a la cabeza. Periodistas, políticos, fiscales o jueces de
toga, con gesto soberbio, de señores importantes, que jamás en su puta vida
hicieron el más ínfimo bien al mundo en el que viven. Ni hablar de los manipulados en la
calle festejando la ignominia de la prisión a un gran hombre.
Cómo se animan a juzgarlo. Con qué cara pueden hablar de ese
humildísimo empleado metalúrgico, con 8 hermanos, de padre alcohólico y cuna
analfabeta, el único en terminar la primaria y así poder llegar a un mejor
trabajo, ese líder obrero que llegó a presidente para cambiar la historia
Latinoamericana para siempre.
El enorme Lula,
surgido de las entrañas de la pobreza brasileña, que llegó por sus pelotas y su
inteligencia a la cúspide de la historia grande de América, no pude ser juzgado por este
miserable establishment… no les da la
estatura. No lo condenan por sus equivocaciones, lo
condenan por sus aciertos, y para dejar claro que nadie se mete con los dueños
de todo. Ni si quiera la democracia
puede meterse con los dueños de todo, porque todos saben que si lo dejan libre
les gana las elecciones.
Pero no van a poder.
La derecha de Brasil es tan burra que no aprende la lección de la
historia. Los ataques y la persecución solamente
logran agigantar a los héroes del pueblo.
Millones de brasileritos nacidos
y no nacidos van a inspirar su rebeldía en el enorme Lula, y vendrán por lo que
es suyo. Brasil jamás volverá a ser el mismo
después de Lula. Si no es él, será su
semilla, y los miserables que hoy ganaron, tarde o temprano van a volver a ver (llenos
de odio) a una Brasil libre, justa y soberana.
Diego