jueves, 5 de abril de 2018

LULA


Algunos dicen 50, otros 40, los números oficiales marcan 38, pero nadie duda que fueron más de 30.  Estoy hablando de MILLONES de personas que el mejor presidente de la historia de Brasil sacó de la pobreza.   

Hagamos el ejercicio de dimensionar lo que eso significa.  Intentemos ponerle caras, historias de vida, sentimientos, deseos…  humanicemos el número.  38 millones de personas.  Pensemos que son 950 ciudades como Chajarí completas.  Alrededor de 630 estadios de river repletos de pobres, que dejaron de serlo. 

Igual no se puede medir.  Cómo se mide un solo niño, cuyo hambre o muerte se logra evitar.  Cómo se mide sacar de la miseria a un pobre tipo, o mujer, o niñx.   Cómo carajo medimos a millones de personas que puedan irse a dormir con algo en la panza, o madres y padres que no dejen de comer para que sus hijos lo hagan, o puedan darles un pequeño gusto, un cuaderno, un libro, ropa… cuidarlos del frío.   Cómo carajo se puede medir el impacto que este hombre tuvo en la humanidad, en la felicidad de los que siempre sufrieron.  Cómo hacemos para dimensionar su grandeza.   

Hablamos de personas que se pudieron vestir dignamente, usar zapatillas, COMER TRES VECES POR DÍA, la puta que lo parió… comer tres putas veces por día, después de siglos de mal paridos tomando decisiones que llenaron de miseria ese hermoso país…  Hablamos de tener dientes, curarse, estudiar, tener documento.  ¿Cómo se mide eso?  Alguien por favor que pueda explicar cómo se hace para medir eso. 

Para mí la talla de Lula es esa.  Es tan grande como la felicidad que generó.  Se mide en millones de seres humanos que alcanzaron a satisfacer necesidades mínimas, en niños sonriendo, creciendo sanos y alimentados…  El tamaño de Lula es el bien que le hizo a los seres humanos, y se multiplica por millones.  

Como se atreven si quiera a mirar a los ojos al enorme Lula Da Silva esos miserables pigmeos, con el juez Moro a la cabeza.  Periodistas, políticos, fiscales o jueces de toga, con gesto soberbio, de señores importantes, que jamás en su puta vida hicieron el más ínfimo bien al mundo en el que viven.  Ni hablar de los manipulados en la calle festejando la ignominia de la prisión a un gran hombre.     

Cómo se animan a juzgarlo. Con qué cara pueden hablar de ese humildísimo empleado metalúrgico, con 8 hermanos, de padre alcohólico y cuna analfabeta, el único en terminar la primaria y así poder llegar a un mejor trabajo, ese líder obrero que llegó a presidente para cambiar la historia Latinoamericana para siempre. 

El enorme  Lula, surgido de las entrañas de la pobreza brasileña, que llegó por sus pelotas y su inteligencia a la cúspide de la historia grande de América,  no pude ser juzgado por este miserable establishment…  no les da la estatura.   No lo condenan por sus equivocaciones, lo condenan por sus aciertos, y para dejar claro que nadie se mete con los dueños de todo.  Ni si quiera la democracia puede meterse con los dueños de todo, porque todos saben que si lo dejan libre les gana las elecciones. 

Pero no van a poder.  La derecha de Brasil es tan burra que no aprende la lección de la historia.  Los ataques y la persecución solamente logran agigantar a los héroes del pueblo.   Millones de brasileritos nacidos y no nacidos van a inspirar su rebeldía en el enorme Lula, y vendrán por lo que es suyo.  Brasil jamás volverá a ser el mismo después de Lula.  Si no es él, será su semilla, y los miserables que hoy ganaron, tarde o temprano van a volver a ver (llenos de odio) a una Brasil libre, justa y soberana.

Diego