viernes, 14 de septiembre de 2012

CACEROLAZO Y MOVILIZACIÓN NACIONAL

El pueblo tiene derecho a raclamar.  No digo que todos sean gorilas.  No digo que sean el enemigo.  Ni si quiera digo que no tengan algo de razón.  Solamente digo que hay mejores motivos para reclamar que aquellos que se vieron.  Digo que estamos lejos de haber convencido, digo que la matriz ideológica argentina sigue lejos de ser nacional y popular.  Digo que el trabajo que nos queda por hacer es todavía enorme.  Mitre, Roca, Sarmiento y el esquema de pensamiento liberal sigue dominando a una parte demasiado grande de la población.  Viendo los discursos de protesta de ayer, se habrían puesto anchos, porque mirá que pasaron años, mirá que han habido muestras de que el liberalismo produce exclusión social... y sigue firme.

No escuché pedidos por un mejor sistema de salud o educación pública.  No escuché reclamos por el enorme déficit habitacional.  No escuché nada realacionado a la enormidad que significa el trabajo no registrado y la informalidad en la economía, es decir, la evasión brutal de impuestos que existe.  En suma, no escuché nada sobre las deudas reales que tiene nuestro gobierno.  En todos lados, la protesta fue una reproducción del discurso antipolítico, antidemocrático y malcogido de Lanata, adoptado por alguna gente de buena fe que siente sus derechos vulnerados (creo yo erróneamente) y por otra que destila un odio realmente curioso, a la cual ni vale la pena referirse.

Inseguridad, cepo al dolar, inflación, viajes al exterior... esos son los problemas que invitan a salir a la calle a muchos compatriotas.  Esto demuestra que no se votó masivamente al kirchnerismo por la política de derechos humanos, por la ampliación de derechos, por la recuperación de recursos estratégicos para la nación, por el desendeudamiento del país o por la política exterior de integración latinoamericana.  Esto explica el voto de una parte de la población, pero quizás no la mayoritaria.  Se votó masivamente al kirchnerismo porque la economía fue bien y porque se juzgó impresentable lo que había como alternativa.  No digo que no tengamos avances en cuanto a la conciencia colectiva.  Hay avances y son muy importantes, por ej., el retorno de la juventud a la política, pero no estamos tan avanzados como creemos.  Es decir que el esfuerzo militante debe redoblarse.

En lo personal, siento que si Cristina está perdiendo imagen positiva, no es lo que más se nota o no es el problema central, siento que en realidad lo que está pasando es que se incrementa en forma bestial el odio de los que no quieren este gobierno y nunca lo quisieron.  Y ese odio, se convierte en odio contra la política y contra la democracia.  Ese es un problema muy grave y el verdadero problema politico a resolver.  La pregunta es cómo.  Por ahora, la única respuesta es militando, sabiendo que es imposible suprimir al otro, entiendiendo que el objetivo a destruir no son los compañeros con los que nos divide un liderazgo, una coyuntura, o una pequeñísima lucha de poder, ni si quiera el enemigo es quien piensa distinto.  El enemigo es la obsecuencia, la anulación del pensamiento crítico, el sectarismo, la adopción del discurse mediático, sin comprender los intereses que se cocinan detrás de cada emisión televisiva. El enemigo a destruir no son personas, sino ideas, es decir, esa matriz de pensamiento liberal que nos anula la solidaridad y nos reventó tantas veces.  

El liberalismo implantó su matriz ideológica en la conciencia colectiva a sangre, censura y fuego.  Algo que nuestro gobierno no está dispuesto a hacer.  Corremos con esa y otras enormes desventajas... pero no importa, supimos estar mucho peor y salimos, en forma democrática, con la herramienta que ha usado siempre el kirchnerismo: la política.

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