martes, 23 de agosto de 2011

SOBRE EL MIEDO AL DESBORDE DE PODER

Aquellos que creyeron saber cómo piensa y opina "la gente" o por qué los argentinos votamos como votamos, y nos lo vienen enseñando hace mucho, se dieron contra una pared de granito. Se partieron la cabeza contra la realidad.  Nadie esperaba la rotunda y desmedida victoria (me gusta la palabra "victoria") de Cristina.  

Todo el periodismo que se hace llamar independiente, pero es claramente opositor, interpretó como el culo los resultados de 2009 y los de 2011 en Santa Fe, Córdoba y Capital.  Es cómico ver a los Blanck, los Nelson Castro, los Van der Kooy, los Majul, los Joaquín Morales Solá, los Grondona, con sus trajes tan caros,  su gesto intelectual, su pose analítica, su estética cuidada, su lenguaje rebuscado, su soberbia, tirándose pedos de colores para explicar lo evidente, es decir, lo contrario de lo que vienen diciendo desde hace varios años.  Que la mayoría de la gente no odia a Cristina, que la prefiere, que la votó masivamente.  Solamente atinaron a castigar severamente a sus candidatos, como hace el hincha de fútbol con los jugadores cuando su equipo no rinde.

Ahora encontraron un nuevo argumento fetiche: "hay que limitar el poder de esta señora".  Dicen algo así como "vote alguno de estos infelices que no supieron construir nada contra el kirchnerismo, solamente para que la Presidente no acumule poder".  Ingratos periodistas, cómo tratan a sus aliados.

Si alguien está pensando en votar a legisladores opositores, porque les parece que hace falta controlar al kirchnerismo de los desbordes, simplemente recordemos lo que pasó en 2009.  Se votó a la oposición para controlar el gobierno y el resultado fue que el Congreso no va para atrás ni para adelante.  En cambio, cuando el gobierno tuvo mayoría, salieron las leyes importantes, las que afectan el poder de las corporaciones, las que cambian realidades para siempre.  Por ejemplo, salió la ley de medios y la recuperación del dinero de las AFJP, que permite el pago de la Asignación Universal por Hijo, entre otras.

A quienes les guste cómo funciona el Congreso ahora, que voten legisladores opositores.  Para quienes sientan que los votados de 2009 no estuvieron a la altura de lo que prometieron, que la cosa viene bien y mejorando, pero con muchas deudas aún, es el momento de votar, más que nunca, a nuestros legisladores.


Primero Néstor fue el Chirolita de Duhalde, luego fue el doble comando, el matrimonio presidencial, se amenazó con una disparada del dólar, con que íbamos a tener que importar leche y carne, se habló de mordaza a la prensa libre, persecución a periodistas, autoritarismo, se atribuyeron los aciertos a un supuesto viento de cola, frente a las leyes importantes se planteaba "por qué ahora", se acusó de chavismo, hasta se habló de efecto carótida cuando internaron a NK, se llegó a decir que las elecciones legislativas de 2009 serían fraudulentas, hasta que las ganó la oposición.  Fueron infinitas las operaciones para limar el poder del gobierno democrático.  Ahora machacan con el control en el Congreso.  Ahora el cuento es evitar los "desbordes" de poder en los que pudiera caer Cristina.  

Lo que se trata de evitar es que el endemoniado kirchnerismo tenga los votos suficientes como para tener el poder de cambiar el status quo, lo que significaría poner en cuestión nuevamente el poder de las corporaciones, una puja que quedó en el freezer por el control que tiene la oposición de la Cámara de Diputados. 

Desde mi humilde punto de vista, votar a legisladores opositores con el argumento de controlar eventuales desbordes de poder del ejecutivo es caer en un engaño.  Me parece bien que una persona que piense distinto al gobierno o sienta que la cosa viene mal, vote a un opositor cualquiera.  En eso consiste gran parte de la democracia, en elegir de acuerdo a las convicciones.  Pero eso de controlar al ejecutivo es caer en una trampa perversa de las corporaciones.  

Un gobierno con menos poder es impotente para resolver los temas más complejos y para cuestionar al poder permanente de las elites.  Mientras más graves y complejos sean los problemas que tenemos, es necesario más poder para resolverlos.  El asunto es que si un gobierno democrático tiene más poder, significa que las corporaciones lo pierden.  La diferencia es que a las corporaciones no las elegimos cada cuatro años, están siempre, mientras que a los gobiernos sí los elegimos nosotros, TODOS.   Qué se yo...  me parece. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario