Voy a arrancar con dos afirmaciones fuertes: 1. Lo peor que tenemos en el estado argentino es el Poder Judicial. 2. No es necesario reformarlo, es indispensable revolucionarlo.
No parece muy complejo darse cuenta a quién le sirve el poder judicial tal como está. Dime quién se pone en contra de cualquier tipo de reforma y te diré quién se beneficia de este sistema.
Políticos, juristas y periodistas ponen la cara, pero atrás hay mucho más.
Paso a desarrollar...
Imaginemos una Argentina que sancione la corrupción
empresarial, sindical y/o política. Un país en el que la evasión
impositiva esté penada en forma efectiva. Una nación que castigue las
estafas, que obligue judicialmente al cumplimiento de contratos a las empresas
de servicios públicos y a todos los ciudadanos, que garantice derechos a los
consumidores o que impida que la tierra cambie de manos por viveza y/o
prepotencia. Pensemos en un estado que después de todo eso logre someter
a juicio justo y condene en un plazo razonable a quien viole, mate o
robe. Y sobre todo, lo más importante, un país con ley pareja.
¿Cuál es el poder del estado que debe cumplir esas funciones? Si funcionara más
o menos bien ¿Habría más chances de desarrollo o menos?
Bueno, todas estas son las funciones que hoy no cumple el
Poder Judicial, o cumple de modo pésimo. Es un sistema manejado por gente
que viste bien, habla con propiedad y está muy bien remunerada. A muchos no les
tocás el culo ni con una caña. Pero la verdad es que no hay un sistema
más bobo, menos efectivo y más caro en todo el estado. Es poco útil para el
pueblo, pero muy efectivo para las corporaciones... diría que
indispensable.
Para no ofender gratis, hablo del Poder Judicial como
sistema y no de todas las personas que lo integran, ni si quiera de
la mayoría, creo. Justamente por eso es tan grave. Por eso requiere
una revolución y no una reforma. Si fuera un tema de personas malas, el
sistema se depuraría solo. Pero esto no sucede porque el problema es estructural.
Por eso, desde mi humilde punto de vista, lo más urgente e importante que tiene nuestro país es revolucionar el poder judicial. Dicen en las escuelas que la Constitución rige nuestra República, pero si cada funcionario judicial va interpretar la Constitución y las leyes como se le canta el orto o si no hay ley pareja, deja de tener sentido y pierde su utilidad. Es una ilusión, una mentira.
No me parece que los cambios judiciales deban llegar de la mano de abogados exitosos en un sistema tan pobre,
ni de jueces, ni de fiscales, porque son parte del problema. Creo que jamás
vamos a tener un Poder Judicial que sirva para algo si los cambios vienen del
mismo sistema que lleva dos siglos demostrando servir casi siempre al
poderoso. La figura del jurista reputado me sabe a fantoche, a la
luz de los resultados.
El Poder Judicial no está sometido a ningún tipo de control
real. Los controles constitucionales son de mentira o con arreglo a intereses
antes que a hechos. Cuento chino. Los jueces y fiscales pueden pasarse
las leyes por el culo, en función de caprichos interpretativos, sin ninguna
necesidad de coherencia. Pueden demorar lo que quieran una sentencia
firme, incluso décadas. Pueden acelerar y cajonear impunemente
causas si a un sector influyente le interesa. Pueden perseguir, filtrar
información privada, influir electoralmente. No pagan impuestos como el
resto de la gente y tienen una larga lista de privilegios negados a cualquier
ciudadano común. Sería bancable si aportara justicia, pero bueno...
ya dirá el lector o la lectora si lo hace.
No sé cómo es en otros lados, pero en Argentina no tengo
dudas que es un sistema pensado, concebido y ejecutado para sostener
privilegios de una élite. Y si no veamos quién va en cana y quién no,
quién puede evadir y quién no, quién puede incumplir contratos, quién puede
dejar de pagar, quién pudo sacar sus dólares durante el corralito, quién se
sale con la suya en los estrados.
Entre otras cosas, tenemos violadores y asesinos que pasaron
por el sistema penal y salieron sin cumplir su pena. Tenemos demoras
inaceptables en causas por crímenes de lesa humanidad. Tenemos impunidad para
hacer dulce. Tenemos comisarías y cárceles desbordadas de gente sin condena. Tenemos
tortura en el sistema penitenciario y desapariciones forzadas en democracia.
Tenemos el más absoluto fracaso en la intervención sobre estupefacientes.
Tenemos cautelares eternas que benefician a corporaciones. Tenemos dos
atentados terroristas impunes. Tenemos lawfare. Tenemos forum shopping. Ya no
saben qué inventar.
Sobre la reforma de Alberto, solo diré lo obvio:
las corporaciones están cómodas con su espada judicial en la mano. Así que
siempre van a estar en contra de los cambios. Sus sirvientes periodistas
o políticos van a inventar excusas para estar en contra y acusarán a quien
quiera modificar el sistema de esconder intereses
inconfesables, Como siempre, investirán de chavismo y mala intención
cualquier cosa que haga este o cualquier Presidente contra sus privilegios de
casta.
No sé si le reforma será muy buena, tengo mis
reservas. Lo que tengo muy claro es que así no puede seguir.
Agradecido si llegaste hasta acá.
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