jueves, 13 de octubre de 2011

CONMIGO NO.

Ante la recurrencia de dimes, diretes y puteríos que proliferan en épocas electorales, quiero dejar en claro algo, sin importar los prejuicios que dispare.

Me parece que la corrupción u honestidad va por un carril separado de la calidad de un gobierno.  Es decir, un corrupto puede ser un enorme gobernante o uno pésimo.  Lo mismo un tipo honesto.  También puede pasar que la corrupción se materialice en los arrabales del liderazgo. En cualquier caso, quién sabe.

De cualquier manera, me parece estúpido elegir un gobernante con arreglo a una honradez que siempre es supuesta.  Acá lo importante es si beneficia a las mayorías o no.  La otra es una batalla que se debe dar al interior de cualquier colectivo de personas que manejan dinero.   

En lo personal, hay cosas que no juzgo pero que no hago, lo saben bien todos los que me conocen.  A veces, entre opciones nefastas y buenos gobiernos con fuertes sospechas de corrupción, uno elige a los últimos.  Pero eso NO quiere decir que apoye el robo de plata que puede usarse para salud, educación e inclusión social.  El hecho de estar convencido de pelear desde adentro las cosas, de compartir una visión ideológica, de admirar la orientación de las inversiones y de observar una mejora en la calidad general del gobierno, no quiere decir que uno vaya a comerse los mocos o que le haga campaña a la corrupción, si es que la hubiere

Puedo votar un gobierno con sospechas de corrupción y hasta puedo llegar a hacerle campaña, si veo que beneficia a las mayorías populares y en la oposición están quienes las van a reventar.  Todo colectivo humano donde se maneje dinero o posibilidades de ganar dinero, se llame como se llame, atrae más ratones que el queso.  Creo firmemente en pelear esas cosas desde adentro.  Lo que no estoy dispuesto, ni voy a estar jamás, es a sumarme a una estructura de desfalco, ni a justificarla, ni a apoyarla, con el argumento de "todos los hacen" o "no voy a ser el único boludo que...". Conmigo no. Conmigo que se pudran.  

Independientemente de la existencia o no de casos de corrupción a nivel nacional, provincial o local, es importante aclarar estas cosas, que son caballito de batalla opositor, ya muy cerca del 23 de octubre.  No puedo hablar por otros, pero en mi caso, estoy comprometido con un proyecto político que tiende a la justicia social.  Esto incluye contradicciones, impurezas, defectos y virtudes.  Muchas veces hay que tragar suculentos batracios, porque todo proyecto colectivo inclusivo tiene contradicciones y creo que el gobierno de García y el de los Kirchner es lo mejor que nos pasó hasta ahora.  Estoy comprometido con trabajo, voluntad y lealtad por el proyecto de una ciudad y un país más justo, pero no estoy comprometido con ningún avivado, ratero u oportunista, de los que hay en todos lados. Que quede claro. Conmigo no.  Conmigo que se pudran. 

Ahora explico por qué me parece estúpido votar a un candidato en base a una decencia que siempre es supuesta.  En líneas generales, uno vota suponiendo una honestidad que suele resultar mentirosa, lo cual se descubre siempre tarde.  También se dan situaciones como la siguiente: Ricardo Alfonsín es hijo de un flor de líder político con fama de honesto, lo cual hace suponer que heredó esa honestidad.  Sin embargo, se para de cara a todo el país y le dice a Francisco De Narváez "creo en vos Francisco", a la vez dice que pondría las manos en el fuego por quienes lo acompañan.  Está hablando de un millonario que se compró parte de un canal de TV para hacer política, algo reñido con la ética, en el mejor de los casos.  Además ese aliado, Francisco, pone una cantidad infernal de dinero en la campaña.  O sea, su generosidad es tan grande como para canonizarlo, o piensa recuperar y multiplicar esa inversión en propaganda si llegara al gobierno. Me inclino por esto último, porque esta gente no se caracteriza por regalar la plata.

En segundo lugar, los gobiernos son enormes estructuras de personas, con complejos entramados de relaciones, que deben lidiar con grandes intereses, por eso es un poco torpe suponer gobiernos impolutos en un marco de corrupción estructural general, que alcanza el empleo público, el comercio privado y las conductas personales de una enorme cantidad de gente.  Por ejemplo, pocos se resisten a comprar algo contrabandeado barato, o robarse el IVA que paga el consumidor, o evadir impuestos, o comprar algo que supone robado, o pagar una coima en la caminera, o enajenar propiedades si eso tiene un beneficio impositivo, etceterísima.

En tercer lugar, aun si un candidato ganador fuera honesto, eso no garantiza nada bueno para nuestras mayorías.  La calidad de un gobierno se mide por sus resultados, en un marco de legalidad y legitimidad democrática, porque nadie come excusas, ni vive en un discurso, ni se cura con buenas intenciones, ni se educa con una buena imagen.  Si es honrado, mejor.  Pero ojo, conciente de todo esto, uno tampoco es pelotudo ni un sorete que no le importa nada, sino que va a estar siempre dispuesto a eliminar las porquerías... y supongo también que somos muchos los que estamos de este lado.

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