jueves, 28 de abril de 2011

La parte por el todo. La pelotudez como criterio de elección.

Decían los viejos maestros de periodismo que no es noticia que un perro muerda a un hombre. Es noticia que un hombre muerda a un perro.  Esto es constitutivo de la profesión.  Aquello que sale de la normalidad es noticia, en todas las áreas.  Correr atrás de la agenda de los medios como perros atrás de los autos es una torpeza política para dirigentes y pueblo, porque los medios se dedican al tratamiento de las excepciones.  Pero resulta que la política está para otra cosa, no está para correr atrás de las excepciones, sino que debe modificar aquello que es regla.  Su función es poner en cuestión lo que es normal, lo  que está naturalizado y sin embargo es necesario cambiar.  Justo esas cosas sobre las que los medios no hablan, porque no está en su naturaleza.        

De modo general, entre las personas menos politizadas, cuando se valora una medida de gobierno cualquiera, se repite mucho un razonamiento muy parecido al prejucio.  Es una suerte de uso de la figura retórica SINÉCDOQUE, pero en lugar de funcionar como recurso expresivo, funciona como mecanismo de pensamiento.  Se trata de tomar la parte por el todo.  

En los prejuicios funciona así. Veo un pibe morocho de gorrita robando en el colectivo y automáticamente supongo que todos o la mayoría de los pibes morochos de gorrita son chorros.  O veo por tele que tal o cual  funcionario se llenó de plata robando e imediatamente anulo el valor de la política como actividad.  O veo un boliviano vendiendo drogas e inmediamente supongo que los bolivianos vienen al país a vender drogas. 

En política, menos impactante, pero con un mecanismo idéntico, va otro ejemplo: Existen millones de benficiarios de la Asignación Universal por Hijo.  MILLONES.  Pero un marido o una prima segunda escuchó, vió o recibió una cadena de mail sobre UNO, DOS O DIEZ casos de gente que no quiere trabajar porque le resulta suficiente con lo que recibe del estado.  Entonces rápidamente se concluye que la AUH es malísima porque premia a los haraganes.  Que "así los negros nunca van a trabajar", que "acá falta cultura del trabajo viejo", que "los que nos rompemos el culo trabajando no hacemos otra cosa que pagar impuestos para bancar vagos", que "a nosotros quién nos ayuda", que "qué hijos de puta"...  que bla bla bla... Todo el razonamiento en base a uno, dos o diez casos (generalmente por relatos de terceros) sobre millones.  El hecho demostrable de que una ENORME MAYORÍA de esos millones trabajan como burros en negro (entre ellas probablemente la propia mucama), o que una gran cantidad de chicos volvieron a la escuela, o que esté destinada principalmente a proteger niños, o que en su abrumadora mayoría ayuda a gente que no puede, más que a gente que no quiere, todo esto queda fuera del razonamiento.  No me digan que no han escuchado muchísimas veces razonamientos parecidos... Lo peor es que ese modo de razonar se traduce en votos.

Desde este humilde punto de vista, esto se da porque nuestra instrucción cívica proviene de los medios masivos de comunicación y no de la escuela o de la acción de los partidos.  

   

A nivel masivo, no sabemos cómo se compone el Congreso de la Nación, pero si sabemos quién es segundo del gobierno de Macri en Capital Federal.  No saber nos vuelve vulnerables y saber solamente lo que conviene al poder privado es aún peor.  

Es muy común escuchar "no entiendo nada de política, ni me interesa, son todos una mierda" y acto seguido ver que se despachan repitiendo palabra por palabra, como opinión propia, lo que escuchan en la tele.  Muchas veces se adopta acríticamente pensamientos de comunicadores o políticos y luego se vota con arreglo a esas consideraciones.   Por ej. la impresentable conformación del Congreso de la Nación aportada por la última elección es hija del tratamiento dado por los medios al conflicto del campo.  Si no entendemos, o no nos calentamos por conocer algo de política, algo de historia, algo del funcionamiento institucional del país, terminamos por adopatar discursos de quienes sí entienden, pero están lejos de los intereses de las mayorías.  Que se yo, se me ocurre haber escuchado, de bocas inverosímiles, expresiones como "doble comando", "falta de seguridad jurídica", "ataques a la prensa", "chavización", "crispación", "viento de cola" o argumentos como "por qué ahora", etc. repetidos hogareñamente hasta el cansancio, sin preguntarse de dónde salen tales expresiones y con qué objetivos.  Así votamos y así nos clavamos tantas veces.      

Lamentablemente, lo que se comunica desde los medios SIEMPRE tiene interés de parte.  Se manipulan datos, se machaca con opiniones y argumentos que jamás favorecen a las mayorías, sino a las minorías dominantes que tradicionalmente han tenido de rehén a la clase política.  Desde los medios y el poder privado se socavó insistentemente la credibilidad de la política, porque de este modo se debilita el poder de la democracia y se vuelve más manipulable.  

El votante menos politizado es más vulnerable a la influencia mediática, porque su desinterés por la historia, la política y el funcionamiento del estado favorece la aceptación acrítica de aquello que chorrea de los medios dominantes.  ESTO NO TIENE UN CORNO QUE VER CON EL NIVEL DE INSTRUCCIÓN, NI CON LAS CLASES SOCIALES. Tiene que ver con los intereses y la responsabilidad social de cada ciudadano.

Por suerte también está la experiencia cotidiana del votante, que no se puede manipular ni tergiversar.  El día a día de cada uno, que nadie nos puede contar cómo es, ni nos puede enseñar a valorar.  Nada menos. Y bueno, en última instancia, al menos en esto, tenía razón Perón: "La única verdad es la realidad".  Ahí está la esperanza.

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