viernes, 28 de enero de 2011

Por qué no pienso votar a la UCR

No soy peronista.  Puede ser una genealogía con amplio predominio gorila la que me obliga a aclararlo bastante seguido.  De todos modos, el título de la nota amerita decirlo. 

Me siento de izquierda, aunque me  pudre un poco la idea de la izquierda boba.  Me molesta que cuando uno piense en la izquierda, inmediatamente sea asociada a gente intolerante, sectaria, destructores antes que constructores, portadores de una “revelación” que debe ser impuesta al resto. 

La izquierda no incluye necesariamente el mesianismo.  Nos podemos cagar en el capitalismo porque es una fábrica de pobres, y a la vez creer que los pueblos son los únicos que pueden decidir sus destinos, errados o ciertos.
   
Ser de izquierda no implica ser un energúmeno.  Se puede además creer en la utopía de la democracia plena.   Ser de izquierda no significa que a uno le de lo mismo que gobierne cualquiera, porque se paga carísimo con vidas inocentes, con chicos sufriendo y con vulneración de derechos de todo tipo.  Si la alternativa a Cristina es Macri, hay que ser bastante gil para pararse, por ej., al lado de Pino Solanas (aunque lo hice antes).

Me dirán cerdo burgués reformista, pero la idea de la revolución comunista no parece haber funcionado.  O sea, mientras vemos cómo superar el capitalismo salvaje, alguien tiene que gobernar...  y es mejor que apunte a la justicia social.  Entonces habrá que ir pensando qué va a hacer uno en las próximas elecciones.  Inclusive cuáles son las causas que vale la pena militar y cuáles no.

En este caso, por ser los que están en el tapete, tomemos el radicalismo.  En palabras de sus propios militantes (al menos de los que me tocó conocer), la UCR se distingue del PJ esencialmente en su democracia interna.  Según los radicales, ellos se ajustan a sus reglas internas y las respetan a rajatabla, mientras que el PJ obedece órdenes irrestrictas de un jefe, más veces por oportunismo que por convencimiento.   Si esto fuera cierto, -y puede serlo, aunque con matices-, el radicalismo sería una cosa más o menos parecida a lo largo del tiempo, mientras que el justicialismo adoptaría la forma y pensamiento de su líder de turno.  Pavada de diferencia a la hora de elegir.  Y algo de eso hay.  El peronismo históricamente ha sido más pragmático que ideológico y jamás se caracterizó por su democracia interna.  De ahí el popular axioma peronista, según el cual "el que gana conduce y el que pierde acompaña".  Por otra parte, la UCR siempre se ha mostrado más reglamentarista, más de remar en dulce de leche, con mayor discusión interna, muchas veces enredada en la burocracia, poco expeditiva, conservadora.  Así se sienten mejores que el resto, aunque eso no les permita gobernar y las consecuencias sean terribles para la población que los eligió.


Desde el punto de vista de la honestidad no hay diferencias significativas. Los dos partidos tienen honestos y ladrones.  Unos cuidan más su imagen que otros, nada más.  Los partidos no son buenos ni malos en esencia.  Si fueran lo que dicen ser, todos comeríamos perdices.  Por eso no se pretende juzgarlos acá, sino dejar en claro por qué el radicalismo debe pensarse en términos de partido, en términos institucionales, mientras que el peronismo debe pensarse en función de su líder ocasional.  O sea, si todo fuera como ellos dicen, a la hora de elegir, si uno vota la UCR, vota el partido, y si vota el PJ, vota una persona.   Nada del otro mundo, un ejercicio de simple lógica.  

Dicho esto, la experiencia: Alguien que estudió en una Universidad Nacional de Córdoba (el gran semillero de dirigentes radicales) y tuvo algún mínimo interés en la actividad política universitaria sabe que Franja Morada (UCR) siempre tuvo prácticas deleznables, que incluyen desde acomodos, manejos turbios de mucho dinero, manipulaciones reglamentarias y robos de boletas hasta contratación de matones y barras bravas como fuerza de choque.  En la Universidad Nacional de Córdoba han mantenido un enorme poder, relacionado al poder político durante mucho tiempo.  No me lo contaron.  Lo vi.  No es que no haya otras agrupaciones con prácticas fuleras, sino que se hacen los campiones de la ética, pero no son mejores que nadie.  Hablamos de mediados de los 90, aunque podría generalizarse.

También somos muchos los que vimos la caída del master, supergobernador de Córdoba durante 10 años y candidato a Presidente por la UCR, Eduardo Angeloz.  Fue tan fuerte la caída que el peronismo ya va por su tercera gobernación consecutiva, en una provincia que fue un bastión radical.  Le decían "La Isla" a la Córdoba de Angeloz, porque estaba bien, en medio de un país hecho bosta.  Hasta que explotó la burbuja, la isla se hundió y el gobernador tuvo que renunciar en medio de un escándalo de corrupción.  Según se informaba en aquella época, el Pocho había protagonizado afanos memorables.  Lo cual no es achacable al partido, hasta que se complicó seriamente su situación con la justicia y el partido lo designó en una lista para senadores y así lo salvaron dándole fueros.  Los cordobeses saben bien de qué hablo.  

No olvidemos que ese hombre fue el candidato que nos propuso la UCR para presidente como alternativa a Menem.  Luego Masachessi, un tiempo prófugo por enriquecimiento ilícito. Después el exitoso De La Rua, que huyó en medio de una matanza de inocentes.  Posteriormente, sabiéndose perdedores se realizó el sacrificio político de Moreau y finalmente eligieron como su candidato a Lavagna, peronista confeso.  Todo esto sin verticalismo.  Institucionalmente.  Como colectivo político.

El candidato actual con mayores posibilidades parece ser Ricardo Alfonsín, alguien sobre quien no tenemos  objetivamente nada malo para decir.  Tampoco nada bueno, y eso es un problema si vamos a elegir un presidente.  Él compara su situación a la de Lula y Mandela, porque éstos llegaron al poder sin experiencia de gobierno.  Se olvidó que  Lula llegó a ese lugar liderando uno de los movimientos sindicales más grandes del mundo, a pesar de su padre y no al revés.  También se le pasó que Mandela era un enorme referente social mundial por sus propios medios, y eso lo llevó a décadas de prisión.   Antes de candidatearse. 

En rigor de verdad, no es culpa de Alfonsín que se haya vuelto presidenciable por haber sufrido una desgracia.  Seguramente él hubiese preferido quedarse con su modesta carrera y con su padre vivo.  Inclusive está bueno que decida asumir una responsabilidad tan grande como una candidatura presidencial, una vez que se presenta la oportunidad soñada para cualquier político con vocación de servicio.

El problema no es que sea malo o cuestionable.  El  problema es que no sabemos si Alfonsín es bueno o malo, capaz o incapaz,  conciente o iluso, estadista o  militante común.  Hasta ahora solamente sabemos que su padre era  un enorme orador, muy querido  y que no robaba.  El problema es que se vote a un tipo por cómo era su padre.   También suponemos (porque ellos lo dicen y nadie lo niega),  que no gobernaría de espaldas a su partido.  Ese mismo partido de decisiones tan coherentes como echar para siempre a Cobos cuando se hizo K, reincorporarlo cuando empezó a medir bien, y ahora que cayó en desgracia en las encuestas, volver a ningunearlo.  Sumado a los "aciertos" expuestos, siempre sin verticalismo, democráticos, institucionales.   Entonces en el caso que sea Presidente, desde mi modesto punto de vista, cabe esperar lo mismo que antes.  En el mejor de los casos, el país en manos de un tipo tratando de hacer malabarismos, dando batallas internas y externas, sin saber cómo.  Maniatado por la burocracia que afirma desde ya no va a saltar.  Con gran parte de la estructura del gobierno en manos del partido que demostró con creces su ineficacia como opositor y como gobierno.  Sin poder de negociación con sindicatos.  Sin intención de acumular poder, lo cual le impedirá modificar el status quo en lo más mínimo.   

O sea, un nuevo ensayo de adaptar la sociedad a su visión del mundo, es decir, en palabras de Jauretche, de adaptar la cabeza al sombrero.  Todo esto, siempre creyéndole su progresismo.   A los otros candidatos, Sanz y Cobos, basta escucharlos para saber que no van a luchar ineficazmente contra el establishment y el conservadurismo, porque directamente lo van a representar. 

Ufff, ya me fui al carajo de largo, y me olvidé de hablar del radicalismo gobernando la provincia de Entre Ríos y la ciudad de Chajarí.  Bue... hay tanto para decir que lo dejamos para otra vez. 

El radical que se precie y haya tenido las bolas de fierro de llegar hasta acá, estará diciendo ¿Y LOS PERONISTAS!!!!!!!!!!!!!!!!!!!?  Bueno, nada de lo malo que hayan hecho los peronistas, los exime de su responsabilidad histórica.  Igual es otro de los temas a tratar. En todo caso ahí veremos por qué no vale la pena votar al Peronismo Federal.

No sé para el resto de la gente, pero con arreglo a esa experiencia...  yo no voto a la UCR ni con una botella de caña encima.

Nota: Puse "campiones" adrede 
Nota 2: Donde dice gorila, no se refiere a quien piensa distinto al peronismo, sino al antiperonismo visceral. 

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