viernes, 22 de junio de 2012

EN EL DÍA DE LA BANDERA, UN POBRE MENOS EN LA PATRIA

Otra muerte injusta.  Se llamaba Pablo Germán, como un queridísimo amigo mío y tenía nada más que 15 años.  A Pablo Germán Acuña lo mató la pobreza, la necesidad y la perversidad de un sistema productivo que se caga en su fuerza de trabajo.  Un muchacho que debería estar en la escuela, desarrollándose en algún deporte, la música, o simplemente rascándose el pupo en su casa, pensando en una chica que le guste, como tantos otros adolescentes de su edad, o soñando con un futuro mejor para él y su familia, encontró la muerte aplastado abajo de una pila de cajones cuando el camión en el que volvía de cosechar, volcó por accidente.  Fue en el día de la bandera.
  
En la zona donde vivo, el norte entrerriano, Chajarí y alrededores, la actividad económica más importante es la agropecuaria, con amplio predominio de la producción de citrus.  Una producción noble, deseable, porque emplea mucha mano de obra.  El problema es la calidad de ese empleo.  Por miserabilidades varias, concurrentes y confluyentes, perdió la vida un adolescente de 15 años que venía de trabajar en condiciones infrahumanas, otro de 17 está peleando por su vida y los demás pibes zafaron de pedo.  Sin hacer consideraciones particulares de este accidente, por llamarlo de alguna manera, no estamos hablando de un caso aislado, el transporte de personas como si fuera ganado para la cosecha se ve todos los días.  Nuestra víctima de 15 se llamaba Pablo Germán Acuña, y su muerte simboliza la perversidad social a la que estamos acostumbrados.

Nadie que viva por acá desconoce dos o tres costumbres muy difundidas.  Toda generalización es injusta, pero entre la gente que más tiene de nuestra zona, especialmente entre quienes producen citrus, son  demasiados los que lloran que les va mal, aunque les esté yendo bien, los que evaden impuestos a mansalva y los que explotan salvajemente a sus empleados como se explotan a sí mismos.  Esto llega al punto que en varias oportunidades han sido agredidos los inspectores de trabajo, llegando en un caso a recibir machetazos.  En general no es un asunto de maldad personal, es costumbre.  El problema es que esta costumbre mata, o mejor dicho, mató, y mató muy fiero.  Una vida de 15 años truncada por la perversidad de nuestro modelo productivo que tanto pecho hace sacar a algunos.  Si este no es un límite, el límite dónde está.  Tiene que haber responsables que paguen, porque la vida de Pablo Acuña, aunque sea pobre, vale lo mismo que la de mi hijo.

Hoy la producción de citrus está en situación de desastre por las heladas, no lo vamos a desconocer.  Tampoco vamos a desconocer el tremendo esfuerzo de tantos productores para juntar un mango, ni la ingratitud de la actividad que a veces da mucho y otras veces quita...   pero tampoco nos vamos a engañar, a los peones se los ha explotado y despreciado siempre.   Al que piense lo contrario lo invito a preguntarle a los más pobres de nuestros barrios humildes, en qué trabajan y si están registrados o tienen alguna cobertura social aportada por el patrón.  Tenemos barrios enteros en Chajarí que nos toca ayudar desde la municipalidad porque trabajan en el citrus malpagos y de modo informal, muchas veces para gente rica, que vive en la opulencia. Eso sin contar a la gente que algunos traen de afuera porque tienen más necesidad todavía que los nuestros, nadie los ayuda y entonces son más baratos. 

Acumula guita el dueño (algunos, para no ofender, y al que le quede el saco que se lo ponga), que odia pagar impuestos y por lo tanto los evade, pero al empleado, ni seguridad.  El empleado del citrus local, que es el que le da la riqueza al dueño (nadie contrata un trabajador por bueno, sino porque lo necesita, porque le rinde), termina por depender del estado para su cobertura de salud, para tener un mínimo salario familiar que cubra los gastos de la escuela, para tener un pedacito de tierra como para levantar su vivienda precaria, para tener educación, abrigo e inclusive muchas veces para comer cuando el sistema los deshecha porque baja el laburo.  

Cuando dicen que el gobierno subsidia vagos, hierve la sangre, porque esta gente se rompe el ojete trabajando casi desde la infancia (si no los mata la negligencia), para enriquecer a otros y encima los ignorantes de sábana planchada los tratan de vagos porque en la puta vida pisaron un barrio y jamás los vieron salir en banda a la mañana temprano, a dejar su salud para ganar una miseria y ver que otro progrese a costillas de su trabajo.

No puede ser que Pablo Acuña haya muerto en vano.  ¿Queremos más adolescentes muertos por razones tan hijas de puta? ¿Vale algo la muerte injusta de un cosechador adolescente en Chajarí? ¿Tenemos muertos de primera y muertos de segunda? ¿Servirá para algo? Mientras los miserables privados sigan actuando y los miserables del estado sigan omitiendo, mientras le sigamos teniendo miedo al campo explotador, sin mirar al campo explotado, tengo la impresión de que veremos más cosas como estas... y peores.  

Eso no es lo peor.  Lo peor es la muerte del inocente, y que no veamos lo importante.  Que habiendo semejantes injusticias, el país haya estado en jaque dos veces, una por el precio de la soja y otra por el mínimo no imponible a los trabajadores mejor pagos del país.  Con toda la tropilla de dirgentes zoquetes por izquierda y por derecha, haciéndoles el caldo gordo a una banda de egoístas.  No paran el país por los explotados, por los chicos sin oportunidad, por los hacinados y los que mata la pobreza.  No lo paran por las injusticias que terminan con vidas como las de Pablo Acuña.  Al país lo para un sorete podrido en plata como Biolcatti, o un empresario disfrazado de trabajador, extorsionador como Moyano, siempre con el apoyo imprescindible de la corporación mediática comandada por otro sorete mafioso de cuarta...  

Si lo que digo es mentira, que me cuenten por qué el día de la bandera terminó en Chajarí con un pobre menos en la patria.  Yo sé que me van a putear y no me conviene hablar así, pero alguien lo tiene que decir.   

No hay comentarios:

Publicar un comentario